Maríaisabeles
Iba yo cominando por el barrio de Fuencarral cuando lo que son las plantas de los pies empezaron a dolerme como hubiese escalado el everest siguiendo la senda de las cabras con zapatos de tacón de aguja y empeine duro (yo, no las cabras). Mi objetivo estaba en una polígono industrial de asfaltado suigéneris y yo no podía parar de mirar a mis pies con más pena que rabia: me sentía traicionada por mis mariaisabeles.
Mis mariaisabeles son los zapatos más bonitos del universo. Los adquirí cuando todavía tenía.... ¿cómo se llama?...ummm.... ¡eso!¡sueldo! son un híbrido entre zapatos años veinte gran gasby (o como se escriba) y zapatos de flamenca (de ahí el nombre) que me hacen mejor persona. Cuando me los pongo me siento una mezcla entre lola flores y la teniente o´neill: podría liberar una ciudad sitiada por malos de película de van damme y marcarme un zapateado al terminar mientras el sol se pone a mis espaldas. A mi es que los zapatos me inspiran. Un mal día es menos malo si llevo mis manoletinas (francesitas en el norte) rojas. Lo se, es el colmo de la frivolidad pero es verdad. Yo es que pienso que podría vivir con unos vaqueros y una camiseta blanco (parezco una modeluqui... que siempre dicen que puden comer un bocadillo de nocilla mojado en fabada porque tienen un metabolismo a prueba de bomba y que sus básicos son un vaquero y una camiseta "de camionero"-- pues que me den el resto de su ropa a mi!) si tuviese un armario lleno de zapatos maravillosos.
Soy víctima del síndrome Imelda Marcos. Me gustan casi todos los zapatos, desde los estilo dominatrix a los playeros de tweed (que poseo y amo) y cuando salgo a ver tiendas, siempre encuentro alguno que me llevaría a casa y limpiaría con líquido de mi médula si fuera necesario. A veces cuando estoy en casa muerta del asco me pongo mis mariaisabeles para tomarme un te con leche (en la salita) y ya parece que la fuerza que se desprende de su inconmensurable belleza se me empieza a contagiar. También pienso que si alguién entra en esos momentos en casa puedo acabar en el psiquiátrico... Porque la gente no me comprende: no entiende que para mi los zapatos tienen poderes curativos. ¡Dejad que los zapatinos se acerquen a la perri!
Solo diré, antes de que me escupáis por ser tan superficial, que yo, a un hombre, le miro la cara, las manos y los zapatos (por esto orden) y que si lleva mocasines con borlas o botines de chupame-la-punta-quiero-hacerme-el-italiano-modernuqui han dejado de existir para mi. A mi me gustan los hombres de playores y converses... y me gustan todavía más si no les gustan los zapatos de cordones porque son tan vagos que les da pereza y prefieren los de meter el pie directamente... ¡Estoy enfermaaaaaaaaa!
Mis mariaisabeles son los zapatos más bonitos del universo. Los adquirí cuando todavía tenía.... ¿cómo se llama?...ummm.... ¡eso!¡sueldo! son un híbrido entre zapatos años veinte gran gasby (o como se escriba) y zapatos de flamenca (de ahí el nombre) que me hacen mejor persona. Cuando me los pongo me siento una mezcla entre lola flores y la teniente o´neill: podría liberar una ciudad sitiada por malos de película de van damme y marcarme un zapateado al terminar mientras el sol se pone a mis espaldas. A mi es que los zapatos me inspiran. Un mal día es menos malo si llevo mis manoletinas (francesitas en el norte) rojas. Lo se, es el colmo de la frivolidad pero es verdad. Yo es que pienso que podría vivir con unos vaqueros y una camiseta blanco (parezco una modeluqui... que siempre dicen que puden comer un bocadillo de nocilla mojado en fabada porque tienen un metabolismo a prueba de bomba y que sus básicos son un vaquero y una camiseta "de camionero"-- pues que me den el resto de su ropa a mi!) si tuviese un armario lleno de zapatos maravillosos.
Soy víctima del síndrome Imelda Marcos. Me gustan casi todos los zapatos, desde los estilo dominatrix a los playeros de tweed (que poseo y amo) y cuando salgo a ver tiendas, siempre encuentro alguno que me llevaría a casa y limpiaría con líquido de mi médula si fuera necesario. A veces cuando estoy en casa muerta del asco me pongo mis mariaisabeles para tomarme un te con leche (en la salita) y ya parece que la fuerza que se desprende de su inconmensurable belleza se me empieza a contagiar. También pienso que si alguién entra en esos momentos en casa puedo acabar en el psiquiátrico... Porque la gente no me comprende: no entiende que para mi los zapatos tienen poderes curativos. ¡Dejad que los zapatinos se acerquen a la perri!
Solo diré, antes de que me escupáis por ser tan superficial, que yo, a un hombre, le miro la cara, las manos y los zapatos (por esto orden) y que si lleva mocasines con borlas o botines de chupame-la-punta-quiero-hacerme-el-italiano-modernuqui han dejado de existir para mi. A mi me gustan los hombres de playores y converses... y me gustan todavía más si no les gustan los zapatos de cordones porque son tan vagos que les da pereza y prefieren los de meter el pie directamente... ¡Estoy enfermaaaaaaaaa!
8 Comments:
No perri, no estás enferma... o al menos no tú solamente. Paso muchas horas en mi casa, con mis "muertos", y yo también me cambio de zapatos para tomarme el café, o para sentarme a dibujar, o para ir a la cocina (nótese el sarcasmo... vivo en 30m2, todo está en una estancia, excepto el baño)
Yo también tenía eso de lo hablas... sí... un "sueldo", hasta el mes pasado, y me gasté muuucha pasta en zapatos, mi mayor vicio (confesable) después de los libros de arq. Mi última adquisición fueron unas puma negras de piel, no de ante, y me las pongo -ponía- pa tó: pa salir con los pantalones negros, pa ir al gimnasio, pa todo...
El dia que pensé que realmente estaba enferma, fue cuando, entre nicho, sepultura y horno crematorio, me puse a hacerme fotos de mis pies con mis tropecientos pares a lo Imelda Marcos. Me di cuenta de la versión "jare" de mis fotos cuando las descargué y caí en la cuenta del gran número de zapatos/zapatillas/sandalias/botas rojos que poseo. Y no solo zapatos: bolsos, mochilas, gafas... yo si que estoy enferma.. ah.. y además... soy rojilla... lo tengo todo
Oh perri, te entiendo, también yo soy adicta a los zapatos, zapatillas y chanclas (aka champlas). Nunca se pueden tener suficientes. Soy capaz de ir de compras a la caza de vestido/cazadora/chaqueta o lo que sea y volver con 3 pares de zapatos. Cuándo quedamos para quemar la visa?
He visto unos que deseo tanto!!!!!!!!!!! con tanta fuerzaaaaaaaaaa.... pero debo resistirme... debo.
Me pasa igual, pero con el agravante de que venero mis pies y los dibujo encuanto los tengo a tiro, con boli, con lápiz.
Soy fan de las botas hasta en verano, y es que mis pies no sudan. Eso sí, al más mínimo asomo de rozadura, regalo los zapatos sin pudor. Soy capaz de soltar la VISA sin pestañear para comprar unos zapatos de 600 euros, aunque luego no coma. Y es que entra dentro de lo natural, de lo normal.
(Mir, me parto y me siento muy solidaria.)
Hola, Perri. Es la primera vez te escribo algún comentario, aunque te leo desde hace algún tiempo. Una BElla persona (en todos los sentidos) me dio esta dirección y me ha convertido en visitante habitual de tu blog.
Hoy me has tocado la fibra sensible y es que en estos momentos ODIO los zapatos. ¿Por qué? ¿manía persecutoria? noooo. Simplemente los odio porque no los encuentro... llevo tres semanas buscando unas maravillosas sandalias de un color inexistente este año (el que viene habrá a patadas, y nunca mejor dicho)y aún no he encontrado nada. Ahora me he tomado un respiro en la búsqueda porque en la última excursión casi me dio un colapso nervioso en una zapatería y afloraron en mi pensamientos asesinos dirigidos a la vendedora que me miraba como si yo fuera una extraterrestre al describirle el susodicho color. Snif, snif.
Ala, ya me desahogado. Y eso que yo sólo iba a escribir un comentario para decirte que me gusta tu blog... Jejeje.
Misia ¿que color es? ¿has probado en Pilar Marcos? Son un poco chonis pero tienen todos los colores del universo
Pequeña Perri, suelta direcciones, por favor. No importa que sean chonis: Creo que conozco el problema (y a Misia) y me da que son para cierta boda en cierto club de polo...
hola perri. Me ha gustado mucho este articulo, texto de autoayuda o confesion ( como quieras llamarlo).Te puedo garantizar q no es grave,me ponen de los nervios loas personas q llevan los playeros sucios y mis amigos se rien de mi x combinar la ropa con los playeros y estos a su vez con los calcetines. Es una mania como otra cualquiera. Para finalizar te dire q hagas como una amiga mia dice : " yo, en chandal y con tacones; 'arregla' pero informal. Saludos
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