lunes, mayo 02, 2005

Liberad a la perri

Estamos en acueducto. En la calle hace sol y una brisilla que mueve los arbolitos que veo a través de mi ventana mientras escribo esto. Mi oido perri detecta el ruido que hacen los grifos de los bares madrileños al echarse las cañas y poco más... porque la ciudad está maravillosamente desierta pero sin el calor de 1021 grados que hace cuando suele estar así. Todo es paz y tranquilidad... ¡y yo empiezo a ponerme un poco histérica!

Estoy aqui atada a esta fuente de calor y bibraciones cancerígenas sin un horario como dios manda que me permita librarme del sentimiento de culpa cuando la abandono. He bajado a por víveres perri y me he hecho fuerte en mi pseudodespacho obligándome a trabajar cuando "cada parte de mi cuerpo grita": ¡sácame a pasear! y también ¡dame un masaje de una hora! (aunque esto segundo no viene a cuento).
He de decir que mi bolsa de la compra merece un psicoanálisis por sí misma (e incluso un post): minihelados, cocacolaslight, queso philadelphia para untar light, menestra congelada frudesa, merluza congelada frudesa, actimel light, dos tomates, una lechuga, tres latas de atún en aceite de oliva, bolitas de mozarella, salmón ahumado, colacao (del de siempre), una tableta de chocolate milka y un desodorante roll on de Dove .... podeis sacar vuestras propias conclusiones. La señora de delante (cebollas, pimiento, bolsa de patatas, zancas de pollo, wip spress y aceite de oliva) me la transmitió con su fulminante mirada.
El caso es que pese a tener la nevera llena, la agenda de trabajo llena y la ciudad vacía... ¡la perri callejera que hay en mí grita por su libertad!¡Freedom for the perri!