Londres no se acaba nunca
Londres fue un viaje muy literario. Como viajaba sola (por primera vez en mi vida y sola de verdad) fui pertrechada de i-pod y libros. Me llevé Paris nunca se acaba de Vila-Matas.
Mi relación con los libros es (que raro) un tanto disfuncional y poco comprendida. Tengo amigos que adoran los libros y sienten una mezcla de emoción-envidiamalsana al ver una estantería a pared entera llena librines. Jamás doblan sus páginas (sacrilegio), ni arrugan su tapa y sufren dolorosamente al ver como yo los tengo llenos de esquinas marcadas y con el lomo arrugado verticalmente de agarrarlo con una sola mano...
Uno de sus sueños más sádicos sería un cheque en blanco en la fnac. Yo no soy un gran compradora de libros. Se que no es cool, se que no es progre y se que no me hace interesante. Yo soy lectora de libros. El 70% de los libros que leo al cabo del año son prestados. Podría decir que es por racanería pero tengo otra explicación que desde luego es más interesante y puedo que hasta haga que los progres recalcitrantes se dignen a mirarme a los ojos.
Darle una sola vida a un libro me parece una de las mayores tristezas del mundo, sobre todo si es un libro bueno. Porque, una vez leído, una vez consumido, un libro es un cadáver. Un cadáver bello (y para algunos decorativo-exhibitivo de su guayeza), pero cadáver al fin y al cabo. Fue creado, leído y sepultado en el nicho de su estantería. Descanse en paz, por años y años, hasta que la pequeña perri visite tu casa y te lo pida. Es como si una obra de teatro solo tuviese la noche del estreno. Un libro es una obra compleja, no solo en su escritural, sino también en su edición e impresión: en ese objeto concreto que tienes en tus manos. Los libros, sobre todo los buenos, deberían tener más vidas, más de una noche de estreno. Se que los escritores y las editoriales se cagarían en mi perrimother si leyesen esto, peor de verdad lo pienso.
Como también pienso, como persona nada añorosa, que una vez leído el libro ya me ha entregado todo lo que yo quiero. Después es como la cáscara de una naranja cuyo zumito te acabas de beber... un cáscara muy bonita, pero una cáscara.
La pequeña perri tiene un amigo que tiene una de esas estanterías a pared entera llena de libros. Cada vez que va a su casa, disfruta de un pequeño ritual: se descalza y se sube a la pequeña escalera de madera que tiene para poder llegar a todas las baldas y comienza el rastreo. Me gusta sentir la madera de la escalera bajo mis machacadas plantas mientras escojo qué me apetece leer como quien elige que ropa va a ponerse según su estado de ánimo (que es como yo elijo ropa, música, lectura y película)...
De esa estantería salió Paris nunca se acaba... que ya ha sido exprimido... y alli volverá. Puede que me haya convertido en la querida de ese libro. Lo he utilizado para un fin de semana loco y, ahora, una vez terminada la aventura, vuelve con su marido, a su bonita casa de madera maciza. Pero yo, como el grandísimo julio iglesias, me he bebido "lo mejor su vida"... que es lo que quería (soy chunga lo se, me descojono de mi misma mientras escribo esto)...
Algunos, cuando visitan mi casa, miran los libros que tengo y piensan que así pueden descubrir con exactitud que clase de persona soy. Pues no. Porque yo soy de rolletes literarios, me los llevo a casa para una noche y luego... dejo que se vayan con sus novios formales. Con esos que no les hacen ya ni caso, pero les quitan el polvo y los miran con arrobo. Los que les cuidan. Puede que eso sea el verdadero amor por los libros y lo mío puro libertinaje.
En mi habitación de Madrid no hay más de una 20 de libros. Casi todos regalos. Harry Potter, Jane Austen, Chomsky, Hesse, Jonathan Safran-Foer, Durrell... Vila-Matas y yo lo hemos pasado muy bien este fin de semana. Me despido de él con un poco de pena. Busco mi próximo rollete literario.
Mi relación con los libros es (que raro) un tanto disfuncional y poco comprendida. Tengo amigos que adoran los libros y sienten una mezcla de emoción-envidiamalsana al ver una estantería a pared entera llena librines. Jamás doblan sus páginas (sacrilegio), ni arrugan su tapa y sufren dolorosamente al ver como yo los tengo llenos de esquinas marcadas y con el lomo arrugado verticalmente de agarrarlo con una sola mano...
Uno de sus sueños más sádicos sería un cheque en blanco en la fnac. Yo no soy un gran compradora de libros. Se que no es cool, se que no es progre y se que no me hace interesante. Yo soy lectora de libros. El 70% de los libros que leo al cabo del año son prestados. Podría decir que es por racanería pero tengo otra explicación que desde luego es más interesante y puedo que hasta haga que los progres recalcitrantes se dignen a mirarme a los ojos.
Darle una sola vida a un libro me parece una de las mayores tristezas del mundo, sobre todo si es un libro bueno. Porque, una vez leído, una vez consumido, un libro es un cadáver. Un cadáver bello (y para algunos decorativo-exhibitivo de su guayeza), pero cadáver al fin y al cabo. Fue creado, leído y sepultado en el nicho de su estantería. Descanse en paz, por años y años, hasta que la pequeña perri visite tu casa y te lo pida. Es como si una obra de teatro solo tuviese la noche del estreno. Un libro es una obra compleja, no solo en su escritural, sino también en su edición e impresión: en ese objeto concreto que tienes en tus manos. Los libros, sobre todo los buenos, deberían tener más vidas, más de una noche de estreno. Se que los escritores y las editoriales se cagarían en mi perrimother si leyesen esto, peor de verdad lo pienso.
Como también pienso, como persona nada añorosa, que una vez leído el libro ya me ha entregado todo lo que yo quiero. Después es como la cáscara de una naranja cuyo zumito te acabas de beber... un cáscara muy bonita, pero una cáscara.
La pequeña perri tiene un amigo que tiene una de esas estanterías a pared entera llena de libros. Cada vez que va a su casa, disfruta de un pequeño ritual: se descalza y se sube a la pequeña escalera de madera que tiene para poder llegar a todas las baldas y comienza el rastreo. Me gusta sentir la madera de la escalera bajo mis machacadas plantas mientras escojo qué me apetece leer como quien elige que ropa va a ponerse según su estado de ánimo (que es como yo elijo ropa, música, lectura y película)...
De esa estantería salió Paris nunca se acaba... que ya ha sido exprimido... y alli volverá. Puede que me haya convertido en la querida de ese libro. Lo he utilizado para un fin de semana loco y, ahora, una vez terminada la aventura, vuelve con su marido, a su bonita casa de madera maciza. Pero yo, como el grandísimo julio iglesias, me he bebido "lo mejor su vida"... que es lo que quería (soy chunga lo se, me descojono de mi misma mientras escribo esto)...
Algunos, cuando visitan mi casa, miran los libros que tengo y piensan que así pueden descubrir con exactitud que clase de persona soy. Pues no. Porque yo soy de rolletes literarios, me los llevo a casa para una noche y luego... dejo que se vayan con sus novios formales. Con esos que no les hacen ya ni caso, pero les quitan el polvo y los miran con arrobo. Los que les cuidan. Puede que eso sea el verdadero amor por los libros y lo mío puro libertinaje.
En mi habitación de Madrid no hay más de una 20 de libros. Casi todos regalos. Harry Potter, Jane Austen, Chomsky, Hesse, Jonathan Safran-Foer, Durrell... Vila-Matas y yo lo hemos pasado muy bien este fin de semana. Me despido de él con un poco de pena. Busco mi próximo rollete literario.
17 Comments:
Aaaaaah, Perri, casi he tenido que dejar de leer tu post al ver "...con el lomo arrugado verticalmente de agarrarlo con una sola mano...". Me han entrado escalofríos por todo el cuerpo.
Yo soy cuidadora, adoradora y obsesiva-compulsiva de los libros ((gran secreto) los cómics incluso los guardo en plástico si lo traen (y si no lo traen me cago en todo). Los presto en contadas ocasiones a gente que sé que los va a cuidar tanto como yo. He intentado que me los presten o cogerlos prestados de la biblio, pero luego, tras leerlos, me los tengo que comprar. Ne-ce-si-to a mis libros. A todos ellos.
:-)
Te entiendo. Yo ahora me estoy desenganchando de mi trastorno obsesivo-compulsivo de comprar más y más libros (aunque yo también doblo las esquinas, arrugo el lomo si son de bolsillo y hasta los subrayo si me da por ahí). Pero hasta hace poco, mi pequeña biblioteca era mi tesooooorooooo.
Y ahora, que me he desmelenau, que he descubierto el apasionante mundo de las bibliotecas madrileñas, he estado pensando recientemente en donar mi humilde colección a una de ellas -y por los mismos motivos que dices tú. Igual me lanzo y todo.
Me encanta cómo has explicado tu historia de amor con los libros pero...la mía es radicalmente contraria a la tuya:
Siguiendo el sabio consejo de mi abuela (y esto va a sonar a Forrest Gump un poco) yo creo que sólo hay dos tipos de tontos en esta vida: los que prestan libros y los que los devuelven.
Además, Perri mía, yo soy de las que regalan libros y consideran que un libro es siempre el mejor regalo...¿podremos seguir olisqueándonos en el parque o lo nuestro es irreconciliable?
Yo los libros los compro, los leo y luego los regalo. Sólo me quedo los que me han marcado especialmente.
Ded... nunca, nunca, nunca me atrevería a pedirte prestado un book porque se que, por la gran ley de murphy que rige mi vida, se me caería nada más abrirlo el café encima... aunque no estuviese bebiendo café... e incluso aunque no hubise café en la misma casa...
gretchen... no te deshagas de tu biblioteca hasta que sea lo suficientemente tocha para que le pongan tu nombre a un ala de la biblioteca a la que la dones: The gretchenpapier's hall
Lola,,, tu y yo seguiremos olisqueandonos eternamente... y yo utilizaré tus libritos como tarima para ponerme a tu altura y olisquearte mejor...
autoestima... yo es que me estoy volviendo vieja y maniática y con mis trauma del las navidades en las que me regalaron libros en vez de pinturines... no me gusta demasiado que me regalen libros (solo comics y harry potters)... pero ya ves que voy por más de 20
y si os comprais un libro con toda la ilusion del mundo y luego resulta q es una puta bazofia??
Me paso con radiaciones de junger. Y sí, lo libros están para utilizarlos, estoy contigo perri
yo compro libros, los pido prestados, los acepto y pido como regalo, los pillo en la biblioteca, los leo en las tiendas y hasta los robo si hace falta, los presto, los reclamo a veces y a veces los regalo, vamos, si tuviera que encontrarle sitio en mi casa a todo lo que he leído ya me podía ir a dormir debajo del puente, yo soy la promíscua de la lectura.
Ah! no solo les doblo el lomo, las esquinas y los subrayo sino que los meto en la bañera conmigo con lo cual alguno es superviviente de tsunami, por supuesto todos tienen manchas de café, tomate, mejillones, chocolate y líquido-sólidos sin identificar varios.
Mis padres trabajaban en Alemania en una fábrica de libros, Bertelsmann. Vinimos a España con un camión medio lleno de libros alemanes y nos mudamos a una casa jnto a la biblioteca municipal. Mi segundo ttrabajo fue en una librería y al final, fui periodista, pero hubiera sido librera con todo el gusto del mundo. Mi nueva casa está junto a la biblioteca más grande de Palma.
Ah, y mis libros son mios, de nadie más. no se los presto a nadie porque son mios y luego no me los devuelven. Me sé de una que se quedó con toda una balda de mis estanterías y aún me dan gana de partirle las piernas.
Recuerdo que una vez preguntaron a Sonia Moldes cuántos libros tenía. Respondió:
- ¡Uy, muchos!
- Sí, sí, pero... ¿cuántos? - insistió el periodista.
- Mmmmmm, veinte.
Lo de los cadáveres puede ser cierto...Pero yo lo que hago es revivirlos continuamente:
Cuando leo leo siempre con lápiz en mano y subrayo todo aquello que me gusta, disgusta, llama la atención, recuerda a algo, a alguien, todo aquello que comparto totalmente o con lo que no puedo estar para nada de acuerdo. Luego de manera continua, día tras día, vuelvo a mis libros ya leídos (MIS libros) y busco lo que subrayé...
Así que continuamente estoy leyendo cosas nuevas pero también releyendo lo leído y...¡¡todo vuelve a empezar!!
Yo también soy de librería de pared a pared. En mi estudio todo son librerías, salvo el armario de las guitarras eléctricas y la ventana por donde entra el sol bajo la cual está la mesa y sobre ella el pecé. En mi estudio, como se ve, está casi todo lo necesario para una adecuada supervivivencia. no me gusta dejar libros, desaparecen (y siempre acabo necesitándolos para algo).
Sin embargo no soy obsesivo cuidándolos.
P.S.: 'Radiaciones' de Jünger -en fin, todo Jünger- es material sublime pero de compleja gestión. No es para cualquiera ni para cualquier momento. Damupi, decir de ese libro que es 'pura bazofia' no dice nada bueno de tí. Releelo cuando estés en adecuada circunstancia. Si es lo primero que lees de Jünger, te recomiendo que lo aparques y te hagas con "En los Acantilados de Mármol", como primer paso.
Te gustó el Steinbeck que te presté?
Por cierto, que los Durrell son fantásticos, ambos. A cual te refieres?
a mí una vez me devolvieron sin leer un libro q había prestado pq estaba tan intacto dp de unas 7 lecturas, q tenían miedo de lo q les pudiese hacer por el más mínimo daño q le hiciesen (y eso q yo no impongo)
Pues yo los uso mucho, no me refiero a que los lea mil veces, eso solo los que me reviven (La Historia Interminable p.e.), sino que los manoseo, doblo hojas, doblo lomo... mancho... pero solo los de mi propiedad, lo que me prestan los trato como a joyitas, y los devuelvo intactos, la verdad es que también soy más de rollo, vamos ligerita de cascos (literaria y solo literariamente)
Las cosas hay que usarlas para disfrutarlas, es mi opinión...
Texto muy literario, Perrilín.
Soy relectora, así que atesoro libros. Me pasa mucho que no entiendo algo, o intuyo que no estoy ahondando o disfrutando todo lo que podría de algún pasaje y entonces lo marco y termino el libro. Pasa el tiempo y un nosequé interno me dice que ahora estoy en sintonía para aquello que dejé y entonces, releo.
Luego están los libros que no puedo terminar porque me conmueven -en el sentido de trastocar internamente- demasiado, tanto, que no creo que pudiera seguir llevando una vida normalizada tras su lectura. Son como los amantes imposibles.
Ahora me siento un proxeneta editorial, residente en un burdel de palabras.
Eso sí, la cama la pone el cliente.
Y madrid tampoco se acaba nunca. que le pareció el libro?
Me ha sonado la historia a asociacion de bookcrossing, esos que son como el greepeace a las ballenas, pero con los libros.:P
Pues si puede decirle algo comprese el oden alfabetico de MILLAS que le gustara mucho.
Un beso me ha gustado mucho el blog
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