martes, abril 26, 2005

La primavera ha llegado a la perri

Ya está aquí. Las camisetas de sisa (me encanta esa expresión) ya han llegado y presiento que dentro de poco lo harán las sandalias. Es uno de los momentos más esperados del año para el Mago (la aparición de sisas y sandalias digo) y uno de los que más tensión generan en la perri. Porque la perri es casi perri albina (ya he dicho mil veces que yo tengo mucho más que ver con una inglesa que con una italiana y esta es la prueba). Cuando sale a la calle en invierno no pasa nada porque los mediterráneos que dominan este país están así como verdes mientras que mi blanco sonrasado resplandece entre los colores oscuros de las prendas invernales. Pero ahora, ahora los mediterráneos se toman la revancha: se ponen morenos como un zapato a los dos rayos y las perronas presumen de piel dorada hipersexual mientras que mis piernas captan todas las miradas por su aspecto de:
1- extranjera de un país del este ex-comunista donde todavía no ha llegado la lámapara
2- niña enferma a la que le han dado un permiso especial en el hospital
3-bicho raro que vive pegada a su ordenador y repele el contacto del aire libre

Yo tengo que entafarrarme en crema factor 1.200 especical superficie solar y aún así procuro andar por la sombra porque el cangrejo alemán que hay en mi brota, a la primera de cambio. Además no soporto las temperaturas altas: me quedo como ralentizada, me dan bajones de tensión constántemente y sufro, sufro mucho. El verano madrileño no está hecho para la perri.

El caso es que el año pasado descubrí los autobronceadores: en concreto las toallitas. Las descubrí en el aeropuerto mientras las dependientas de un duty free comentaban los milagros de los dichosos papelitos mágicos. Así que los probé y cometí todos los errores que se pueden cometer en su uso y que deberían estar indicados en la caja:
nunca te lo heches antes de una cita importante (porqué acabé a rayas: mitad amarilla enfermedad hepática, mitad blanca campo de concentración),
nunca te lo heches y luego te pongas ropa (a quién se le ocurre vestirse a las tres horas de echarte dos miligramos de crema enmorenadora: a mí!. Resultado: las arrugas del vaquero se marcaron en mis muslos bicolores)
nunca te lo eches porque luego lloras. Antes de las toallitas autobronceadoras no quería salir a la calle porque parecía el yeti y después no quería salir de mi habitación porque parecía que estaba sucia.

Este año lo volveré a intentar. Todo sea por no sentirme celta discriminada entre tanto moro (jiji)

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Perri, tú y yo debemos ser hermanas o algo, yo tengo la misma piel. Si te das UVA, te pondrás color natillas danone y eso será todo, da igual el tiempo que emplees. Sí te digo que según envejezcas (snif) se te irá curtiendo la piel, especialmente donde te dé el aire, de tal forma que brazos y piernas seguirán blancos mientras cara y peshuguilla estarán naranjas.

Lo único que puedes hacer es buscar colores que realcen tu tono de piel, que es lo que hace la Kidman, y a fardar de piel.

2:36 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias aguadora.Yo soy fiel a los negros y a los rojos (cual nicole)... todo el mundo me dije que tengo una piel genial pero cuando llega el verano y ven a las perronas morenazas creo que ya no les parece tan estupenda

4:26 p. m.  
Blogger Patricia said...

Yo me he dado por vencida. Me pongo morena, sí, pero a costa de ganar nuevos lunares cada verano. Y no tengo pocos, no... Así que ya no más sesiones lagartija al sol...

Si te consuela...

11:57 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ya que él no lo hace, citaré yo al clásico:

¡¡Mecagüen la primavera!!

11:34 a. m.  
Blogger Carmen Mañana said...

ajjjajaja,,,, anómalo, preparaos: este año se llevan las minifaldas modelo cinturón... animo!

11:40 a. m.  

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