la búsqueda de la talla 38
Hoy había muchas cosas que celebrar... así que fui a Para a comprarme unos pantalones que llevaba deseando tiempo.... unos de esos anchos y a cintura que tan bien quedan a las chicas altas y de piernas-palo y tanto deseamos los botijos ibéricos... en fin,... que estaba en Para.
En cuanto entré, mis sentido perris me dirigieron directamente, entre centeanres de jerseises y decenas de baldas y burras llenas de cosas grises, hasta mis vaqueros. La montaña de pantalones era casi de la estatura de la perri pero ella no se amedrentó y empezó la búsqueda de la talla 38. Alguien de mente picasina los había apilado y para poder ver la etiqueta había que desdoblar uno a una cada pantalón... así que la perri desdobló el primero y vio que era una 40... ¿dónde dejar el pantalón mientras se desdobla el de abajo (es una de las grandes preguntas de la humanidad)? ¿Encima de los jerseises que están alado, de tal forma que si alguien quiere ver la talla de los jerseis levantará el pantalón de nuevo y presa de la misma encrucijada los deposite sobre las camisetas que están alado de los jerseises, de tal forma que cuando alguien quiera ver su talla tendrá que levantar el pantalón y ponerlo sobre otro montón de ropa y así hasta que acabe sobre la cabeza del guardia de seguridad...?
Bien así que ¿Qué hacer con los pantalones que voy desdoblando? Pues echármelos al hombro para asi tener las dos manos libres para el proceso desdoblador... talla 40, talla 36, talla 40, talla 36, talla 40, talla 36.... cuando ya había examinado casi toda la montaña empecé a sentir una pequeña luxación de hombro y comprobé que parecía un vendedor de alfombras persas y que la gente me miraba... pero no había que desesperar... necesitaba esos pantalones... los necesitaba... así que seguí desdoblando... la 40... otro más... la 36... mi hombro ya ha perdido toda su sensibilidad... la 40.... siento la gangrena abanzar por mi brazo... tiene que haber mi talla, tienen que haber mi talla... ¡LA 40! AGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.... venga, venga... uno más... tengo todo el brazo morado... pero no importa, venga sed vosotros... sed vosotros... una 38 por favor, una treintay... seis ¡MIERDAMEGACOENTODOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Con veinte pares de pantalones sobre mi hombro en una postura jorobesca más propia de un camello o rumiante, roja de ira, con el brazo azul preamputación y media tienda mirándome.... desdoblo el último pantalón... mi última esperanza... ¡UNA 38! SÍ, SÍ, SÍ... DIOS EXISTEEEEEEEEEEEEE... y de la alegría y el pequeño salto de felicidad tiro al suelo los veinte pares de pantalones de las tallas 40 y 36... me quedo mirándolos... dos dependientes me miran a mi mientras piensan en mi madre... me apresuro a recogerlos... he montado una buena y ahora estoy roja de verguenza y azul de gangrena... y sí, sí... queridos lectores perris, sí, sí... lo habeis adivinado... cuando termino de doblar todos los pantalones me doy cuenta de qué... ¡HE GUARDADO SIN DARME CUENTA MI TALLA 38 Y AHORA ESTÁ EN ALGÚN LUGAR DE ESA ENORME TORRE DE VAQUEROOOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!
La miro, miro mi brazo donde debería estar mi botín, las dependientas me miran felices porque existe la justicia universal, vuelvo a mirar la montaña de pantalones... creo que voy a probarme una 40 por si acaso.
En cuanto entré, mis sentido perris me dirigieron directamente, entre centeanres de jerseises y decenas de baldas y burras llenas de cosas grises, hasta mis vaqueros. La montaña de pantalones era casi de la estatura de la perri pero ella no se amedrentó y empezó la búsqueda de la talla 38. Alguien de mente picasina los había apilado y para poder ver la etiqueta había que desdoblar uno a una cada pantalón... así que la perri desdobló el primero y vio que era una 40... ¿dónde dejar el pantalón mientras se desdobla el de abajo (es una de las grandes preguntas de la humanidad)? ¿Encima de los jerseises que están alado, de tal forma que si alguien quiere ver la talla de los jerseis levantará el pantalón de nuevo y presa de la misma encrucijada los deposite sobre las camisetas que están alado de los jerseises, de tal forma que cuando alguien quiera ver su talla tendrá que levantar el pantalón y ponerlo sobre otro montón de ropa y así hasta que acabe sobre la cabeza del guardia de seguridad...?
Bien así que ¿Qué hacer con los pantalones que voy desdoblando? Pues echármelos al hombro para asi tener las dos manos libres para el proceso desdoblador... talla 40, talla 36, talla 40, talla 36, talla 40, talla 36.... cuando ya había examinado casi toda la montaña empecé a sentir una pequeña luxación de hombro y comprobé que parecía un vendedor de alfombras persas y que la gente me miraba... pero no había que desesperar... necesitaba esos pantalones... los necesitaba... así que seguí desdoblando... la 40... otro más... la 36... mi hombro ya ha perdido toda su sensibilidad... la 40.... siento la gangrena abanzar por mi brazo... tiene que haber mi talla, tienen que haber mi talla... ¡LA 40! AGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.... venga, venga... uno más... tengo todo el brazo morado... pero no importa, venga sed vosotros... sed vosotros... una 38 por favor, una treintay... seis ¡MIERDAMEGACOENTODOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Con veinte pares de pantalones sobre mi hombro en una postura jorobesca más propia de un camello o rumiante, roja de ira, con el brazo azul preamputación y media tienda mirándome.... desdoblo el último pantalón... mi última esperanza... ¡UNA 38! SÍ, SÍ, SÍ... DIOS EXISTEEEEEEEEEEEEE... y de la alegría y el pequeño salto de felicidad tiro al suelo los veinte pares de pantalones de las tallas 40 y 36... me quedo mirándolos... dos dependientes me miran a mi mientras piensan en mi madre... me apresuro a recogerlos... he montado una buena y ahora estoy roja de verguenza y azul de gangrena... y sí, sí... queridos lectores perris, sí, sí... lo habeis adivinado... cuando termino de doblar todos los pantalones me doy cuenta de qué... ¡HE GUARDADO SIN DARME CUENTA MI TALLA 38 Y AHORA ESTÁ EN ALGÚN LUGAR DE ESA ENORME TORRE DE VAQUEROOOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!
La miro, miro mi brazo donde debería estar mi botín, las dependientas me miran felices porque existe la justicia universal, vuelvo a mirar la montaña de pantalones... creo que voy a probarme una 40 por si acaso.
4 Comments:
Esto me trae recuerdos... no de cuando yo aún podía calzarme una 38... esos son recuerdos que me producen ansiedad... No. Lo que recuerdo es que, cada vez que voy a Zara o a Mango me encuentro con la misma "putadita": la 40 me viene pequeña y la 42 se me cae. La vida apesta.
Jajajajajajaja, aisss pobre brazo perri. Si es que deberia de haber una talla exclusiva para ti, que la perri no se puede estar luxando el brazo por una falta de orden, claro esta!
la talla 38...
no digo nada más, me he quedado "atascada".
Ains!
Por mucho que la gente insista en que la 38 se la calza poca gente, las que la usamos sabemos que no es verdad, nunca hay suficientes en rebajas o del pantalón/vestido/falda que te gusta. Te entiendo... tenías que conseguirrrlaaaa. Ánimo Perri
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