Pequeñas maldades

Jajajaja (risa maligna).

Soy mala y no pretendo parecer lo contrario. Me place y lo potencio.

Cuando la peta suprema del infierno me dijo con desprecio que soy el ejemplo de que "se puede sacar a la chica del pueblo pero nunca al pueblo de la chica", le sonreí, me di la vuelta con el sobre que llevaba en la mano, subí al baño de la quinta planta, agarré con las dos manos el paquete y pensando en la susodicha encerrada en una sauna con un cónclave de ratas purulientas y admiradoras de bisbal rompí el cd que había en su interior y que era el que la peta suprema llevaba esperando dos semanas y llegaba en el último momento, justo antes del cierre, de tal forma que si tuviesen que volver a enviarselo no llegaría a tiempo.

Tras desacerme del cuerpo del delito tirándolo al bote higiénico de uno de los baños, baje a la oficina y me dediqué a escuchar sus alaridos de desesperación y rabia mientras contestaba primorosamente mi correo con la misma satisfacción con la que hannibal lecter comía un trozo de cerebro en el avión en el que escapa impunemente.

Tranquilos. No os preocupeis por la salvación de mi alma. La peta no es una criatura del señor.