En la ducha

Yo pienso mucho en la ducha... también me pasa en los autobuses y los coches... pienso más rápido y mejor y se me ocurren buenas ideas... pero como no tengo carnet de conducir (estamos trabajando en ello), la ducha sigue siendo el rincón mágico del día

En la ducha, a veces, entre que no estoy del todo despierta y el calorcito del agua caliente entro en una especie de trance... me quedo absorta en mi pequeño mundo perri y se me ocurren buenas ideas para reportajes, frases redondas para empezar un post...

me vuelvo hacia dentro mientras hacia fuera me enjabono como un autómata: vuelvo a mis mejores recuerdos, fantaseo un poco con justicias divinas, repaso lo que debería hacer a lo largo del día... entonces sin saber por qué despierto... y no recuerdo exactamente cuantas veces me he enjabonado la cabeza (por eso algunos días parezco una oveja -pienso que solo me he enjabonado una cuando en relidad ya lo he hecho dos y 'ya despierta' me enjabono la segunda vez consciente que es la tercera real- o al llegar la noche ya se pueden freir huevos en mi cabeza - porque pienso que me he enjabonado dos veces pero no, esta vez no, ha sido solo una-)...

... entonces vuelvo a mi y hago como las personas normales salgo de la ducha, me seco (siempre de la misma forma y siguiendo el mismo orden: primero los hombros, después los pies y por ahí voy subiendo), me visto y salgo al mundo real...

... hoy en la ducha, mientras echaba moussant en mi esponja de redecilla plasticosa, me asaltó un pensamiento: debería hacerme monja... y de repente vino a mi el pequeño convento que hay en una plaza frecuentada por pseudo gafatasta-guachis donde se respira la mayor paz de toda la ciudad... me imaginé allí restaurando libros antiquísimos, cuidando el huerto, preparando mantecados y escribiendo este blog (que tendría que titular como sor perri o la perrera conventual) desde mi celda (con wifi... porque yo seria monja, pero monja tecnológica... of course)... daría mis mariaisabeles y mis catiuskas verdes con tacón a alguna perrona necesitada de zapatos mágicos y viviría según la máxima ora et labora...
... que es como vivo ahora pero sin el ora....
(como amelie cuando se imagina a sí misma muerta de agotamiento por tanto bien hecho y se pone a llorar de tanta pena que le da su terrible final... yo también me sentí arrastrada por la autocompasión barata y me imaginé comiendo una sopa sola el día de navidad en el comedor del convento)

... entonces me dio mucho miedo salir de la ducha... de esa especie de reducto de paz y relajación... y me quedé ahí de pie (con el cuerpo enjabonado una vez y el pelo dos más su correspondiente mascarilla ya aclarada) pensando que lo que había al otro lado de la cortina roja (si mi baño es un poco de putis)... no merecía demasiado la pena...

... al final salí (no estoy escribiendo desde la bañera porque me electrocutaría y entonces tendría que llamar a este blog perri a la brasa o la perrera electroestática) y toda mi piel estaba arrugada cual pasa... y pensé que si me hago monja tendré que elegir un convento donde además de dedicarse a la restauración de obras de arte e incunables permitan utilizar exfoliante y reafirmante.