Un señor me ha robado la diadema….

La perri siempre ha querido llevar tiara. Y para llevar tiara solo hay dos opciones:
-casarse con un miembro de la realeza (la perri es perri republicana –en su significado primigenio de oponerse a que la jefatura de estado no sea electiva-)
-comprarse una y llevarla en la intimidad … porque aunque me atrevo a llevar pendientes de flamenca y sandalias rojas de diez centímetros… el momento strass en el pelo es demasiado incluso para mí…

Pero ahora se llevan las diademas. Sí, han vuelto… era lo ‘más’ cuando hicimos la comunión (recordad, por favor, cuando las llevábamos de terciopelo abonbachadas… diox que duros fueron los ochenta!!!!!!!) y ahora renacen con el rollo francesita intelectual… (la inconmensurable wynona fue la visionaria que las llevó antes que nade en su juicio por robo)…

… después de esta cuña que prueba porque ahora me dedico a escribir de cosas de relleno. Al tema. La perri se compró dos para poder llevar una especie de sustituto barato de la tiara versión andar por casa. Una negra y otra plateada… la plateada era mi preferida porque era más tiara y más futurista-star-wars (a estas alturas ya podeis vomitar si quereis)…
El caso es que un día deje de verla… no la encontraba por ninguna parte y empezaba a angustiarme pero las cosas aún estaban bajo control porque (como soy un desastre de la naturaleza) suelo perder casi todo lo que poseo temporalmente, pero luego hay final feliz y acabo encontrándolo (yo creo que las cosas se cansan de mi y se van de vacaciones a algún lugar secreto donde van las cosas agotadas para cargarse las pilas y volver para aguantarme)….

… pero ayer, ayer… la vi… allí estaba… era mi pseudotiara y estaba…. En la cabeza de un señor… de un compañero al que admiro en secreto porque lleva camisetas de Take That… es MI pseudotiara… estoy segura… ¿pero como le digo: oiga señor, me ha robado la tiara… le importaría devolvérmela?… estoy contrariada.