El jefecillo del infierno
Tengo un jefecillo, no jefe que me toca los cojones: me los toca alternativamente y de forma acompasada.
En la oficina donde trabajo hay tres grandes ventales de suelo a techo que miran a una enorme plaza (del tamaño de la de Callao, en Madrid), orientada hacia el sol. En esa alegre y antigua oficina nos 'codeamos' unas 15 personas. No hay ventilación.
Cuando llego a las doce de la mañana, al abrir la puerta, un golpe de calor me desriza las pestañas instantáneamente.
La perri, que es perri del norte, perri celta, perri montañera, perri-cabra... no soporta el calor. Se derrite, se muere, no tiene fuerzas ni para odiar.... no es perri.
Ayer empecé a verlo todo en cámara lenta y con ese sonido de tunel uououuuuuuooaaaaaaaaa.... fuego en la orejas, daiquiri en la frente... ¡bajón de tensión!...¡tomate una cocacola!....
¡Enciende el aire acondicionado, cabron (sin acento)!... porque, sí, perrilinos... aqui HAY aire acondicionado.... dos bellos aparatos blancos de los que sale el preciado aire 'fresco' que reactiva mis células y revive mis neuronas-perricas.
Cada mañana, al entrar en la vieja, alegre y horno-crematoria oficina, después de mi vista se adapte a ver los objetos ondulantes (como en una cerretera a 40 grados o en el desierto, mismamente)... pido, suplico, ruego... ¡que me dejen encender el aire acondicionado!.......
¡Solo un rato, cinco minutos, para que las venas de mi cuerpo no exploten al dilatarse tanto y tan rápido! ¡Por Diosssssssssssssssss!
y mi jefecillo del infierno me responde con tono de suficiencia y odio-no-encubierto:
En la oficina donde trabajo hay tres grandes ventales de suelo a techo que miran a una enorme plaza (del tamaño de la de Callao, en Madrid), orientada hacia el sol. En esa alegre y antigua oficina nos 'codeamos' unas 15 personas. No hay ventilación.
Cuando llego a las doce de la mañana, al abrir la puerta, un golpe de calor me desriza las pestañas instantáneamente.
La perri, que es perri del norte, perri celta, perri montañera, perri-cabra... no soporta el calor. Se derrite, se muere, no tiene fuerzas ni para odiar.... no es perri.
Ayer empecé a verlo todo en cámara lenta y con ese sonido de tunel uououuuuuuooaaaaaaaaa.... fuego en la orejas, daiquiri en la frente... ¡bajón de tensión!...¡tomate una cocacola!....
¡Enciende el aire acondicionado, cabron (sin acento)!... porque, sí, perrilinos... aqui HAY aire acondicionado.... dos bellos aparatos blancos de los que sale el preciado aire 'fresco' que reactiva mis células y revive mis neuronas-perricas.
Cada mañana, al entrar en la vieja, alegre y horno-crematoria oficina, después de mi vista se adapte a ver los objetos ondulantes (como en una cerretera a 40 grados o en el desierto, mismamente)... pido, suplico, ruego... ¡que me dejen encender el aire acondicionado!.......
¡Solo un rato, cinco minutos, para que las venas de mi cuerpo no exploten al dilatarse tanto y tan rápido! ¡Por Diosssssssssssssssss!
y mi jefecillo del infierno me responde con tono de suficiencia y odio-no-encubierto:
- Espera cinco minutos a ver si tu cuerpo se aclimata (claro, espera cinco minutos a ver si te acostumbras al escape de gas que tenemos... ya veras... dentro de un rato ni lo notas.... ¡claro cabron (sin acento) estare muerta.... no notare nada!
- Es antiecológico.... claarrrrrrrroooooooooo es mejor que yo me muera... ¡que es una perri muerta comparada con ahorrar el equivalente a un zipo en energía (solo quiero cinco minutos, o diez... para airear...)!
- Los del fondo pasan frío: JODERRRRRRRRRR..... Solo quiero cinco minutossssssssssss!!!!!!!!!!!!!!! ¡Morirán por congelación por cinco minutos de aire acondicionado?.... ni el alcohol, ni el tabaco les matarán... pero cinco minutos de aire acondicionado serán letales...
Yo no, no vale hacerme la loca: llego y lo enciendo sin decir nada... y llega el tío y lo apaga... y me riñe.... ¡me riñe!.... ¡Me siento frustrada... impotente.... odianteeeeeeeeeeeeeee!
¡Qué coño hago con este ser boicoteador, infernal y quiere que yo me creme cual queso bree en un pocahontas! ¿Qué coño hagooooooooooooooooooooooooooooooooo!
posted by Carmen Mañana at 11:28 a. m.
10 Comments:
Finge desmayos y sofocos, por GRAVE Y DESCONOCIDA ENFERMEDAD CONTAGIOSA...
no funciona.... ya he protagonizado amagos de desmayo y me ignora... no tiene corazón
Hay que localizar ese mando que permitirá apuntar con las aspas para arriba en lugar de a su chepa, tal vez así logremos algo :)
¡En busca del mando perdido!
En mi oficina, el lunes ya puedes venir con jersey de cuello vuelto ( aunque sea verano y haya 40º fuera) y el viernes en camiseta de tirantes ( aunque nieve fuera). Creo que van subiendo la temperatura progresivamente, y como estamos en un edificio "inteligente" nadie lo puede cambiar...
( probaría a tener vestuario alternativo en la oficina... una camiseta para ponerte en casos de desmayo extremo...)
perrriiiiiii
he visto tu guiño en tu anterior post hoy... es que PO FIN TENGO LICENCIA PARA MATAR a la gente en su propia casa, que sí, que he terminao, po fin... y he estado de celebración en celebración...
en fins, gracias
melissa... puede que utilice ese mando para taponar algún orificio del jefecillo....
... buttercup... aqui no hay vida inteligente.... (solo mis queridos compis... y tengo miedo de que se les derritan las neuronas y acaben como tu edificio)
... MIRRRRRRRRRR.... muchas felicidades!!!!!!!!!!!!!!!.... jo, me alegro muncho por ti... la perrisister está empezando tu calvario... ella también quiere matar a la gente con su propia casa...jijiji... bien, bien... supercelebración!!!!!!!!!!
asias perri.
perrisister no sabe dónde se ha metido, pero si sale, tendrás una perrisister con una capacidad de sufrimiento (y de trabajo) que nunca has conocido.
besinos
¡Abanico Locomía!
Tos, solo hay un problema... necesito las dos manos para teclear... y una tercera para abanicar... y, de momento, no me ha crecido... aunque todo se andara
Yo soy experta en llevar 15 capas de ropa fina, de modo que cuando hace frío parezco Heidi en el primer capítulo y cuando tengo calor tengo un puesto de rastrillo enganchado en el respaldo de la silla. Recuerdo a un profesor sexagenario de la facultad que, cuando llegaba en pleno invierno -asfixiada por la caminata- y me quedaba en manga corta en clase, decía con la mano en alto "Esta chica, cuando llegue el verano... ¡¡no sé qué va a hacer!!" Y toda la clase se reía. Perri, sin complejos.
Y un truco de una amiga en la ola de calor para poder dormir: Mercadona tiene dos cremas anticelulíticas, una da calor y la otra da frío. Pues, te puedes imaginar la solución...
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